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Xosé Lois Lamazares, de Galletas Daveiga: «La certificación y el sello de productos ecológicos es una garantía para el consumidor»

Las deliciosas y míticas galletas mariñeiras Daveiga nacen en la localidad lucense de Chantada a raíz de la iniciativa de tres hermanos alrededor del año 2005. Xosé Lois Lamazares, uno de los impulsores del proyecto, nos explicó que poco después ya pusieron en marcha la línea de producción ecológica. En esta conversación con él profundizamos en la historia de Daveiga y en el pensamiento que tiene Xosé Lois sobre la producción ecológica, además de en la apuesta de esta compañía por la economía social y de su compromiso con el desarrollo del entorno.

 

¿Qué os llevó a desarrollar este proyecto y de dónde vino la idea de fabricar este tipo de galletas?

Los promotores del proyecto somos tres hermanos que estábamos trabajando en el sur de la provincia de Pontevedra. Somos de un municipio de aquí al lado de Chantada, de Rodeiro, y llevábamos tiempo dándole vueltas a la idea de volver a trabajar para nuestra zona de origen. Esa inquietud fue determinante para poner en marcha Daveiga y, después, también queríamos trasladar con ese proyecto nuestro compromiso con el desarrollo del entorno, un compromiso con las personas y, en ese sentido, apostamos también por la economía social.

¿Cuál crees que es la opinión que la gente tiene en general de vuestros productos? ¿Dirías que es un alimento que sorprende a las personas que lo prueban por primera vez?

Las galletas mariñeiras desde su inicio fueron vistas como un producto muy diferenciado. Dentro de lo que son los productos de panificación, tanto compradores como el propio consumidor o las consumidoras, sí que veían una alternativa a lo que había entonces en el mercado, y hoy se sigue viendo como un alimento muy innovador y diferenciado.

¿Llegaron las galletas a toda España?

Nosotros empezamos con el objetivo prioritario de comercializar en el entorno más próximo, aquí en Galicia. No obstante, el mercado nos fue abriendo el camino en otras zonas geográficas como Portugal y el resto de la península. Entonces, hoy puedes encontrar las mariñeiras en cualquier punto de la península, sí.

Cuéntame, vuestra filosofía de empresa está enfocada alrededor de la responsabilidad social, ¿por qué queríais que fuera así?

Entendíamos que poner en marcha un proyecto propio nos permitía incorporar inquietudes que teníamos los promotores, y una de ellas era la apuesta por la economía social y por el desarrollo local, es decir, que el proyecto también contribuyera al desarrollo del entorno. Lo de la economía social, pensábamos que tenía que ser un proyecto centrado en las personas. En ese sentido, debía ser un proyecto participativo y que redundara en el bienestar de las personas que íbamos a trabajar en el proyecto o que estamos trabajando en él. De ahí que el modelo de economía social era el modelo que más se adaptaba a integrar esas inquietudes en el proyecto.

¿En qué momento decidisteis añadir los productos ecológicos a los que ya estabais fabricando? ¿Tuvo que ver con el compromiso que tenéis con el medio ambiente?

Nosotros empezamos a comercializar a mediados de 2006 y ya a principios de 2007 incorporamos una línea de producción ecológica. Uno de los elementos que queríamos trasladar era el concepto de responsabilidad, producción responsable. Eso tenía mucho que ver también con el producto que ofrecíamos. Inicialmente posicionamos un producto natural sin conservantes ni otros ingredientes químicos, sintéticos. Pero veíamos que no era suficiente, podíamos ir más allá a través de la certificación ecológica. En ese sentido, sí que apostamos claramente por una línea de producción, de productos ecológicos. ¿Qué pasa? El mercado de productos ecológicos es el que es. Actualmente, supone dentro del conjunto de la producción un 10%, que no está mal, pero nos limitaba un poco la capacidad que teníamos para generar puestos de trabajo. Entonces, en ese sentido, seguimos apostando por la línea de producto natural convencional, pero sin descuidar la producción ecológica.

El tema de contar con el sello, con la certificación del Craega, ¿crees que es algo que le hace sentir a la gente confianza a la hora de apostar por comprar productos ecológicos?

Sí, por supuesto, lo que es la certificación, y el sello, por lo tanto, de productos ecológicos, es una garantía para el consumidor. No es solo que digamos a los productores que el producto es elaborado en unas determinadas condiciones, sino que hay una garantía para el consumidor certificada por el Craega. En ese sentido, es fundamental para diferenciarse de otros productos. De hecho, tenemos una línea de productos que llamamos natural, porque no lleva aditivos, ni conservantes, ni productos de síntesis, pero no está certificada. El consumidor se fía de lo que le decimos nosotros; en los productos ecológicos es diferente. El consumidor se fía porque el Craega certifica que es de producción ecológica. En ese sentido es muy importante.

¿Cómo definirías la relevancia que tiene elaborar y producir en ecológico a una persona que no está familiarizada con este sistema?

La producción ecológica le está proporcionando al consumidor unas garantías que no tiene con otro tipo de producción. Una de ellas es el respeto al medio ambiente. Desde el punto de vista del producto saludable o sano, va a encontrar un producto con unas garantías de que no tiene materia prima o ingredientes que contengan pesticidas, insecticidas y otros productos de síntesis química y que no provengan de productos modificados genéticamente. Esas son garantías que aporta la certificación ecológica y es un valor añadido para el consumidor, lógicamente, porque es una garantía tanto con respecto a la salud como con respecto a las condiciones en que fueron producidas esas materias primas.

«La producción ecológica le está proporcionando al consumidor unas garantías que no tiene con otro tipo de producción»

¿Qué consejo le darías a alguien que quiere comenzar a producir en ecológico?

Es un modelo que ofrece unas garantías al consumidor y es una manera también de presentarse a ese consumidor y, al principio, en la puesta en marcha de cualquier proyecto, es como cuando uno tiene una serie de conocimientos pero no están certificados por un sistema educativo. En el caso de la producción es lo mismo. Es una manera sencilla de presentar un currículo, es decir, de que se están haciendo bien las cosas, de que se están haciendo de acuerdo a unos protocolos que están establecidos y, en ese sentido, puede abrir muchas puertas.

Ya para ir terminando, ¿cuáles son los planes de Daveiga a largo plazo?

Tampoco tenemos obsesión por seguir creciendo, pero el mercado te va llevando y es necesario para que el proyecto se consolide, seguir creciendo, aunque no tiene por qué ser a la carrera, y poco a poco.

Tenemos también claro que la línea de producción ecológica, el consumo de productos ecológicos, aunque hoy representan una parte no muy grande del consumo de productos alimenticios en general, sí que tenemos claro que es un consumo con una tendencia clara de crecimiento. Y, en ese sentido, vamos a seguir apostando por esa línea de producción ecológica y, aparte, por lo que aporta también al proyecto, porque no solo es lo que aporta desde el punto de vista de la facturación, sino también desde el punto de vista de llevar a la práctica un poco nuestra filosofía de producción responsable.

 

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