Iba a entrar en vigor en enero de 2021, pero finalmente Bruselas ha decidido aplazar la normativa de producción ecológica hasta 2022 a causa de la COVID-19, tal y como recoge el Diario Oficial de la Unión Europea (DOUE). «La pandemia y la crisis de salud pública que ha originado representan un reto sin precedentes para los Estados miembros y suponen un pesada carga para los operadores del sector», argumenta el texto. Su prioridad es ahora mantener la producción y los flujos comerciales -continúa-, motivo por el cual «no pueden prepararse al mismo tiempo para la aplicación del nuevo marco normativo».
Aunque puede haber algún cambio en los actos delegados y de ejecución que se están llevando a cabo, las principales novedades del futuro Reglamento (UE) nº 1693 -sustituto do 848/2018- serían las siguientes:
- Nuevos productos certificados: sal, tapón de corcho, aceites esenciales, lana, mate, capullos de seda, pieles, cera de abeja, hojas de vid o resinas naturales.
- Nuevas especies animales: conejos y ciervos.
- Cambios en la producción vegetal: se refuerza la relación entre el cultivo y el suelo. Por ejemplo, se permitirá el uso de material de reproducción vegetativo heterogéneo y se incorporarán criterios más transparentes para la autorización de nuevos productos (plaguicidas, fertilizantes, etc) en la agricultura ecológica.
- Certificación en grupo: es una manera de que los pequeños agricultores puedan acceder a la certificación, simplificando trámites administrativos y costos.
- Productos de importación: los productores ecológicos de terceros países tendrán que cumplir exactamente las mismas normas de certificación que los operadores de la UE (por el de ahora solo deben respetar las reglas de «equivalencia», es decir, sistemas semejantes, pero no idénticos).
- Proximidad: se estimularán los canales de distribución cortos y las producciones locales.
El objetivo de la CE es triplicar la superficie ecológica en una década, de modo que en el horizonte de 2030 el 25% del terreno agrario de la UE sea orgánico. Una meta que ya fue incluida en el Pacto Verde Europeo y, en concreto, en las estrategias ‘De la granja a la mesa’ y ‘Biodiversidad 2030’.