Ángel y Toño Rivas, junto con Maripaz Corredoira, gestionan la ganadería ecológica familiar Casa Codesal, situada en Friol (Lugo). Para las tareas diarias cuentan con la ayuda de un empleado, Borja Mirón. Poseen la certificación del Craega desde el año 2003, y dos años más tarde comenzaron a comercializar su leche ecológica. En esta entrevista, relatan la historia de la granja y hablan sobre la importancia de trabajar en ecológico.
¿Cómo y cuándo nació Casa Codesal? ¿Cómo fueron los inicios de esta granja?
Ángel: Casa Codesal es una explotación familiar. Aunque está constituida como una sociedad limitada, sigue siendo una explotación familiar formada por mi esposa Pacita, mi hijo Toño y yo, que me llamo Ángel. Contamos con un trabajador, Borja. Sobre los inicios, podemos remontarnos mucho tiempo atrás; es decir, ya en el año 1750, en el catastro del Marqués de la Ensenada, nuestra casa aparecía inventariada junto con otras tres. En aquel entonces, esta casa y las tierras que hoy trabajamos pertenecían a un señor en particular, don Pedro Bolaño Ribadeneira, de la Puebla de Parga. Nuestra familia estuvo trabajando en esa casa y en esas tierras como arrendatarios hasta aproximadamente el año 1921, cuando mi abuelo compró la casa y las tierras. A partir de ahí, mi abuelo fue la primera generación que fue propietaria de la finca.
En el año 1952, uno de sus hijos, que fue mi padre, representó la segunda generación. Se hizo cargo de la explotación, aunque hubo un momento en el que, por cuestiones familiares, tuvo que marcharse y no regresó hasta 1970, cuando retomó la gestión de la explotación. Junto con él vine yo, que tenía 12 años en aquel momento. En aquellos tiempos, la explotación era prácticamente de autoconsumo, es decir, no había venta directa de leche; se vendía algún ternero, se hacía algún queso… y esto se comercializaba en las ferias cercanas a Friol. Este modelo de autoconsumo y venta de pequeños excedentes se mantuvo prácticamente hasta 1981, cuando me incorporé tras una temporada formándome en A Coruña.
A partir de ahí se produjeron los cambios más importantes en la explotación. Al casarme con Pacita, decidimos modernizar un poco la granja y comenzamos a comercializar la producción de leche. Por aquel entonces teníamos un establo libre para 24 cabezas, con sala de ordeño, cubículos… lo típico de aquella época. Empezamos a participar en una cooperativa en Friol y en un grupo de gestión para optimizar nuestra forma de trabajar. Siempre mantuvimos una producción tradicional, respetando la tradición de nuestros antepasados de pastorear. Incrementamos nuestra base territorial hasta 2019, cuando se incorporó mi hijo Toño a la explotación. Entonces pasamos a constituir la sociedad limitada; por aquel entonces, ya estaba trabajando en la explotación desde el año 2003 aproximadamente, o anteriormente.
En este proceso, incluso antes de crear la sociedad, en 2003 decidimos dar el paso a la producción ecológica. En aquel momento, por el tema de las cuotas, no queríamos producir litros de forma indiscriminada; preferíamos mantener una producción ajustada a las tierras que teníamos. Además, ya estábamos practicando una gestión tradicional que cuidaba el medio ambiente y los animales. Desde 1990, teníamos cerrada la entrada de ganado externo, lo que nos ayudó mucho a nivel sanitario. Ahora, mi hijo Toño es quien lleva la explotación. Nosotros ayudamos un poco, pero ya estamos en una edad un poco próximos a la jubilación, o ya en la jubilación, pero a pesar de eso seguimos interesados en echar una mano y en seguir sosteniendo esto, que nos parece que es algo bueno para la sociedad y para nosotros mismos.
¿Desde qué año contáis con la certificación del Craega?
Ángel: La fecha de inscripción fue en abril de 2003 y comenzamos la comercialización de leche ecológica en abril de 2005, después de dos años de reconversión. En aquellos momentos, la venta de la leche, como no podía ser de otra manera, era a Lactalis, que era la única empresa que comercializaba leche ecológica. Fue a quien empezamos a venderle y estuvimos vendiéndole a Lactalis desde 2005 hasta 2017. En esa fecha se produce un cambio, aparecen más agentes comercializadores, entra Celta y también nos surgió la oportunidad de poder venderle a Casa Grande de Xanceda, una explotación que ya desde los inicios producía leche ecológica como nosotros. Nos pareció una buena idea el hecho de poder comercializar la leche a través de ellos, dado que estaban haciendo un producto de muy buena calidad y lo que queríamos era que nuestra leche también sirviese para aprovecharse en productos de calidad.
A día de hoy seguimos con Casa Grande de Xanceda y esperamos que en el futuro también podamos continuar con ellos.
¿Cómo surgió entonces el cambio de convencional a ecológico?
Ángel: No es que nosotros naciésemos ecológicos, quiero decir, que tuviésemos una iniciativa, porque realmente lo éramos sin saberlo. Es decir, estábamos haciendo prácticamente lo que estamos haciendo. Ahora sí, bajo el control del Craega, pero es que estamos haciendo prácticamente lo mismo que hacíamos. Pastoreábamos, no usábamos mucho concentrado, no se utilizaban físico-químicos… Residualmente podrían en algún momento usarse, pero no se estaba haciendo. Nos pareció que era algo que podíamos hacer bien, pues ya lo estábamos haciendo. Era la manera de buscar, quizá, un poco de valor añadido a nuestra producción, dado que no estábamos interesados en producir tampoco, digamos, en aumentos como se estaba dando en la leche convencional, quiero decir, aumentar, aumentar, aumentar… Nosotros queríamos producir una leche de calidad y con unos litros que nos permitiesen vivir, mantener la explotación y tener un nivel de vida normal y nada más. Entonces no queríamos seguir produciendo muchos litros, queríamos que los litros que hiciésemos fueran de calidad y poder comercializarlos como leche, digamos, más saludable.
«Queríamos que los litros que hiciésemos fueran de calidad y poder comercializarlos como una leche más saludable»
¿Qué beneficios notasteis con la conversión a la producción en ecológico, tanto en los animales, como en los prados y en la leche?
Toño: La verdad es que en el tipo de ganadería que ya practicábamos antes de producir en ecológico, todo funcionaba bastante bien, tanto los prados como las vacas. Sí que es cierto que el cambio al ecológico todavía mejoró más todas esas condiciones. Las vacas duran mucho más, tienen muchísimos menos problemas sanitarios, los prados también funcionan mucho mejor… Aunque la producción sea menor que en una agricultura convencional, la verdad es que funciona mejor y tienen menos problemas de enfermedades, tanto los prados como las vacas.
¿Tenéis barreras que dificulten vuestro trabajo diario? Con el paso a lo ecológico, ¿ya tenéis un método de trabajo efectivo, sin ningún tipo de problema…?
Toño: Para nosotros realmente el paso al ecológico fue algo natural, pasar ya de una agricultura que era ecológica sin saberlo, pero que no tenía el sello, no tenía ese reconocimiento, pero funcionaba como tal. Nosotros no encontramos problemas y lo que encontramos fueron ventajas, en el sentido de que mejoramos la calidad del producto, principalmente, el bienestar de los animales, el cuidado del medio, y nosotros también mejoramos la calidad de vida.
¿Por qué crees que la gente debería consumir leche y alimentos eco en general?
Toño: Pienso que el consumidor debería tener más información sobre lo que es la producción ecológica para así poder valorar realmente lo que son este tipo de productos. Valorar su calidad, el bienestar animal que hay detrás de esa producción y el cuidado del medio ambiente. Realmente pienso que no se valora lo suficiente la salud, que al final es lo principal de esta vida; si no tienes salud no puedes hacer nada más, por lo cual pienso que esa información debería correr de nuestra parte y del Craega para que el consumidor vea realmente las ventajas de estos productos.
¿Qué ventajas os aporta contar con la certificación del Craega?
Toño: Nos aporta primero, al consumidor, una garantía de que ese producto es de la máxima calidad, que cumple con las normas más estrictas de cuidado del medio, de los animales y de toda la producción, que cumple con todas las normas marcadas, y a nosotros también nos garantiza saber que estamos haciendo las cosas bien, que estamos yendo por el buen camino y que no solo basta con decir y hacer las cosas bien, sino que contar con un organismo externo que certifique ese tipo de producción realmente es muy valioso.
¿Hay algo que os gustaría que mejorase en el proceso de obtención de la certificación?
Toño: En el proceso de la certificación no tenemos mucho que decir, estamos contentos con la forma que tienen de trabajar y con lo que nos exigen y no tenemos nada que decir al respecto. Estamos contentos con este tipo de certificación.
¿Cuál es tu experiencia como trabajador en una ganadería ecológica?
Borja: Después de haber pasado por muchos tipos de ganaderías, al final me decanté por una ecológica, por la comodidad que sientes, como si fueras de la familia. Si amas de verdad el sistema ecológico, el sistema de pastoreo, lo que disfrutas todos los días es poder salir con el ganado a los prados y trabajar siempre manteniendo la conservación de los prados y de la naturaleza, de todo lo que nos rodea, siempre para ir mejorando, pero de la manera más natural posible y la más cómoda. También destaco la flexibilidad horaria.
¿Qué consejo le darías a alguien que quiera pasarse de una gestión convencional a una ecológica?
Borja: Pues yo les aconsejaría que antes de pasarse a ecológico, que ya se pasasen a un sistema de pastoreo lo más natural posible, para que la transición fuese lo más liviana posible, y que valorasen todas las ventajas que tiene el sistema ecológico frente al convencional.
¿Cuáles son los planes de Casa Codesal a largo plazo? ¿Cambiar algo, mejorar, manteneros como estáis…?
Toño: Como planes de futuro en sí no hay nada concreto, principalmente seguir el camino que ya tenemos recorrido y mejorar en lo posible, siempre pensando en el medio ambiente, en los animales y en buscar también una calidad de vida.