La aldea de Sabadelle (Chantada) alberga uno de los pazos históricos de Galicia, datado en el siglo XII. La primera documentación que consta es del año 1251. Después de pasar por varias generaciones, llegó a las manos de la madre de Xosé Figueiroa y sus tres hermanos, los actuales dueños del recinto. Ahora es un espacio familiar y de turismo donde prima la naturaleza y lo ecológico, ya que cuenta con la carne certificada por el Craega y está pendiente de certificaciones de más productos. Además, es un lugar donde se dan cita diversos artistas de la cultura gallega.
En medio de la naturaleza, entrar en este pazo del interior de Galicia es un lujo. Cuadros, artículos únicos, libros referentes en Galicia y mucha historia recogen las piedras del recinto. El espacio, en la actualidad, cuenta con dos habitaciones para alquilar. La forma de poder pasar una noche entre cultura y naturaleza es por llamada directa o a través de Booking, donde tienen una buena puntuación y muy buenos comentarios. “Siempre hay quien no sabe a donde viene, hace poco, una señora comentó que estaba todo genial, pero que no teníamos televisión y claro, no tenemos porque aquí se viene a disfrutar de lo que hay y de este entorno”, explica el gerente del espacio.
RECUPERAR EL PASADO CON LA AGRICULTURA ECOLÓGICA
Figueiroa cuenta que decidieron meterse en la agricultura ecológica porque “es una manera de conservar el pasado. A mí estos productos me recuerdan a cuando yo era niño y, de hecho, sufrimos las mismas consecuencias; un tomate de la casa vendido al precio más barato de los que hay en el mercado, a nosotros nos sale rentable, pero no es así”. Todo lo que producen es en ecológico, pero de momento solo cuentan con la carne de vaca certificada por el Craega, aunque en el futuro confían en poder obtener el sello del Consejo enmás productos. Dentro de la agricultura ecológica, pertenecen a la Granja Familiar de la Universidad de Santiago de Compostela, un proyecto coordinado por Carlos Ferrás. “Gracias a esto, yo ahora cuento con clientela de Zaragoza, Sevilla, Eibar, Barcelona, País Vasco… y son compradores que vieron los productos a través de este canal y a día de hoy siguen comprando”, puntualiza.
En el desayuno que les ofrecen a los huéspedes ponen hasta 17 platos distintos. “Ahora, por el coronavirus, ponemos menos cantidad porque lo que sobra hay que tirarlo, pero la gente puede repetir todas las veces que quiera”, explica Figueiroa. Entre esos platos ofrecen fruta, pan de Antas de Ulla, aceite, café, bizcocho, un plato con jamón, chorizo y salchichón, mantequilla, filloas con harina de maíz o trigo, leche, crema de moras o sauco, queso… “Servimos de lo que tenemos nosotros, nos da alguien o de lo que cogemos a alguna empresa de la zona, pero siempre en ecológico, por ejemplo la mantequilla es de Arqueixal, porque a mí, cuando la probé, me recordó a la que comía como era pequeño, con una calidad extraordinaria. Hay algo evidente, todo lo que recuerde a lo de antes es bueno, porque la gente de las aldeas comía muy bien”. Añade que los turistas que visitan el espacio van “en busca de productos de calidad; por ejemplo, a veces ponemos un huevo frito y se sorprenden del sabor único que tienen los huevos de casa”.
UN RINCÓN DE CULTURA Y SABORES GALLEGOS
Este recinto cuenta con una sala habilitada para exposiciones. A lo largo del año organizan muestras de pintura o artesanía, presentan libros o canciones de autores de la tierra. “La idea es acercar la cultura gallega a todo el mundo. No nos interesa que vengan las grandes élites, sino la gente que está empezando o que es de la zona y quiere visibilidad”, explica Xosé Figueiroa. “No somos una galería; el artista vende directamente”. En el espacio hay piezas de artistas como Miguel Ángel Macía, Artiaga, Moxom, Luis Seoane o Beatriz Palomero, entre otros muchos.
En cuanto a la música, el objetivo es darle promoción a todo tipo (pop, folk o rock). Y también les dan visibilidad a poetas de antes como a los de ahora. A partir de junio, se empezará a rodar en el pazo una película sobre Rosalía de Castro. “A mí me interesa mucho promocionar eso, que el público vea que en las aldeas hay cultura, quitar la mala imagen de que los que trabajan con vacas no saben de más cosas, por eso me gusta que la gente se interese por venir a presentar sus proyectos o que lo quieran utilizar para lo que sea”, destaca.
Durante las exposiciones ofrecen degustaciones de productos elaborados da casa, como requesón con mermelada, bizcocho, fruta, chorizo o jamón. “Esto lleva a que al final del año haya gente en la aldea y que tenga vida; el turismo en Galicia debería estar pensado para que los visitantes llegaran a un país produciendo, no en ruinas”, indica.
UN REFUGIO DURANTE LA REPRESIÓN
Este lugar está lleno de historia. Según tienen constancia, en el Pazo de Sabadelle nació el obispo Agustín Lorenzo que ejerció en Salamanca y está enterrado allá. “Él mandó construir la actual iglesia que tenemos en la aldea porque la que había, le parecía pequeña. El cariño que tenía por esto hizo que quisiera que su corazón fuera enterrado aquí, según cuentan, y de hecho hay una placa en la entrada del templo que así lo ponen”, indica.
Este pazo acoge relatos hermosos y trágicos. “Mi madre decía que antes de la Guerra Civil, mi tío la llevaba sentada en el arado e iba silbando, después de ella nunca más volvió a silbar”, recuerda Figueiroa. “Aquí se escondió mucha gente cuando fue la represión, los nietos de esa gente no saben que estuvieron aquí, y para nosotros eso es una honra”, cuenta.