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Esther Teijeiro, viticultora ecológica: “Ya estamos muy cansados de tanta química. A ver si un día esto da un cambio para atrás y podemos comer un poquito más sano”

Esther Teijeiro, de la bodega Diego de Lemos, fue la primera mujer en cultivar vino en ecológico de toda Galicia. Con ya 87 años, se siente satisfecha por todo el camino hecho, a pesar de las dificultades por las que pasó constantemente. Comenzó con unas botellas de vino y el negocio fue prosperando poco a poco hasta conseguir el éxito con el que ahora cuenta.

 

Dedicaste toda tu vida al cuidado de los viñedos familiares. ¿Qué importancia tiene y tuvo esto a lo largo de todo tu recorrido personal y profesional?

Yo vengo de vivir del vino, porque mis abuelos vivieron del vino, mis padres vivieron del vino y yo no conocí otra cosa. Si había dos vacas, era para comer un becerro o la leche de todos los días, que no íbamos al supermercado, ¿no? Qué mal se vivía en aquellos tiempos, mis padres sí que trabajaban y para malvivir muchas veces. Pero se comía, aunque no fuese como ahora; y era todo natural, como me gusta a mí comer hoy aún. Ahora pasamos a tener mucha cantidad, pero muy malo todo.

¿Jamás pensaste en parar o cambiar de trayectoria? ¿Por qué?

Es que cuando pare, quiero mejor morir. Ahora ya no trabajo, trabajé mucho, pero ahora no. Voy a los viñedos, pero no doy el sulfato. Si tengo que coger un poquito todavía lo hago, no pasa nada. Aunque sean 5 litros. Pero me gusta la naturaleza y me gusta comer todo sano si puedo: pongo mi huerta, mis tomates… porque yo no puedo comer tomates que vienen de fuera, porque no me saben a nada, son duros. Yo todo lo que tengo aquí es ecológico. Por ejemplo, mis gallinas comen pienso natural. Me gusta esto, ya estamos muy cansados de tanta química. A ver si un día esto da un cambio para atrás y podamos comer un poquito más sano.

«Me criticaban porque mis viñas tenían hierba, decían: ‘Tu ribera florea’. Pero yo siempre pensé que si tratas bien a la tierra, ella te devuelve lo que le das»

¿Crees que eso va a pasar? ¿Que está el mundo cambiando un poco y vamos cada vez más hacia lo ecológico?

Yo creo que vamos más hacia lo ecológico. Cuando yo comencé, había un técnico, y ahora debe haber 17 o 18. Si hay técnicos, es porque la gente se preocupa por esas cosas, ¿no? Pero me gustaría que haya mucho más. A ver si puede ser.

¿En algún momento se te cuestionó como mujer por tu trabajo?

Sí, mucho. Alguna vez me senté, crucé los brazos y dije: de verdad, yo a lo mejor estoy un poco loca, porque ya me decían que estaba loca. Un día aquí el que nos vendía los productos para los viñedos, herbicida y todo, vino y dijo: «Esther, vas muy mal, vas muy mal porque vas a morir de hambre». Yo solo tuve ese recurso de decirle pues mira, un año, pasa, porque fue el primer año. Un año se pasa pronto. Y pasó el año y dije: un poquito menos se cogió, porque las cepas estaban acostumbradas a echarle la tierra, pero de hambre todavía no morimos. Seguí otro año. Y dije: pues de hambre no se muere. Tendremos que andar más encima de la ribera, quitando la hierba, pero se puede.

¿Por qué producir en ecológico? ¿Cuál es tu pensamiento al respecto?

Mi pensamiento sólo era no envenenar a mis hijos con cosas malas, ni a la gente que yo le iba a dar el vino. Que todo fuera limpio. No quería que nadie dijera: «Mira, el vino de la Esther lo bebimos y nos hizo mucho daño, tuvimos que ir al hospital». No me gustaría eso y fue la manera de tirar, de decir: pues lucho. Pero como la gente no me ayudaba nada, alguna vez también la moral la tenía por el suelo. Es complicado. Si es hoy, creo que no lo haría, porque llegaban dos vecinos que me querían bien, y me decían: «Esther, mira tus viñedos como te florean».

Aunque un día vinieron aquí unos periodistas de Navarra y tenían contacto con un francés que era el asesor de muchos asuntos ecológicos. Yo le dije a los periodistas que lo peor es la hierba, porque crece, quito una y viene la otra, y eso me da una lata que no la iba a dar aguantado. Pero aquel periodista francés me mandó una revista a través de ellos, con el mensaje de: «Dile a la Esther que no se preocupe por la hierba, que la cepa quiere compañía. Pues que tenga compañía». Entonces había quien me desanimaba, pero había quien me animaba.

Me gustaría que la gente joven mirara más por la tierra. Y la gente en general, que todo el mundo le tiene miedo. Como un señor dijo: «La tierra está muy baja, nos tenemos que agachar mucho para cuidarla. Pero la tierra no come a nadie».

 

¿Tú crees que puedes ser un ejemplo a seguir para muchas jóvenes gallegas?

Sí, yo creo que tenían que seguir. Cuando Calleja me preguntó: «La gente que se fue, ¿volverá?» Dije: «Volverá. Tardará, pero volverá». Aunque ya tarda demasiado, porque ya hace 7 años, pero lo que pasa es que también la tierra está muy mal pagada y la gente joven no quiere pasar lo que nosotros pasamos tampoco, ni debe. La Administración tenía que ayudar un poquito más. Es decir, mira: Si tú trabajas la tierra, pues hasta que produzca, te damos algo para poder sobrevivir, claro. Esa es mi opinión. Y así se trabaja la tierra, que está quedando toda a monte, y comemos de ella.

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