El cambio climático es una realidad. Basta con observar los fenómenos meteorológicos extremos que hemos vivido en los últimos tiempos para darnos cuenta de ello. Es nuestra responsabilidad como sociedad tratar de mitigar y solucionar este problema. En este sentido, la agricultura ecológica es de gran ayuda; obtendremos alimentos de máxima calidad cuidando del planeta y también de nuestra salud.
Se suelen distinguir tres dimensiones de la sostenibilidad que podemos aplicar a la alimentación y al sistema que la sustenta, el agroalimentario: que sea ambientalmente sana, socialmente justa y económicamente viable. La agricultura ecológica reúne en gran medida las tres dimensiones, de tal modo que estamos convencidos de que se convertirá en la base de la alimentación en un futuro no muy lejano.
LOS PRODUCTOS ECOLÓGICOS SON MEJORES PARA NUESTRA SALUD
La amenaza más significativa de los alimentos convencionales proviene del uso generalizado de productos fitosanitarios, que han incrementado las posibilidades de encontrar residuos en los alimentos. Esto no ocurre en el caso de los productos ecológicos certificados, que se cultivan sin utilizar ningún tipo de químicos ni pesticidas; la garantía del sello ecológico, gracias al trabajo de un órgano de control como el Craega en Galicia, asegura que se cumple la normativa de forma estricta.
Sin embargo, alimentarse con productos eco es un acto de consumo responsable que permite mantener y conservar los ecosistemas, los servicios ambientales imprescindibles y mitigar el cambio climático. Los estudios disponibles indican que la producción ecológica reduce las emisiones de dióxido de carbono entre un 40 % y un 60 % con la transformación de convencional a ecológico.
ASPECTOS A TENER EN CUENTA: EL EMPLEO Y LA ECONOMÍA
La agricultura ecológica no solo contribuye a reducir el impacto ambiental, sino que también puede generar un impacto positivo en el tejido socioeconómico. Este tipo de producción requiere más mano de obra, lo que se traduce en la creación de empleo, especialmente en áreas rurales. Esto contribuye a revitalizar estas zonas, fijar población y evitar la despoblación que sufren muchas regiones. Además, fomenta un modelo de economía local basado en la sostenibilidad, al reducir la dependencia de insumos externos y potenciar el consumo de proximidad.
El consumo de productos ecológicos también fortalece la relación directa entre productores y consumidores, promoviendo un comercio justo. Muchos pequeños agricultores encuentran en la producción ecológica una oportunidad para diferenciarse en el mercado, ofrecer un valor añadido y garantizar precios más justos por sus productos, lo que repercute directamente en su calidad de vida.
UN CAMINO HACIA UN FUTURO MÁS SOSTENIBLE
Aun con sus ventajas, uno de los principales desafíos de la agricultura ecológica sigue siendo la falta de conocimiento de este sistema de producción y la percepción de que sus productos son más caros. Si bien el coste inicial puede ser superior, es importante considerar los beneficios a largo plazo: una mejor salud, menor impacto ambiental y apoyo a la economía local.
La transición hacia un sistema agroalimentario más sostenible es una necesidad urgente frente a la crisis climática. Apostar por la agricultura ecológica no es solo una opción responsable, sino una estrategia viable para garantizar un futuro donde el desarrollo económico y la preservación ambiental puedan ir de la mano.
Fuente:
González de Molina, M. (2011). La importancia de la agricultura ecológica para el medio ambiente y la salud. Ambienta, 95(Junio), 10-25.