Antonio Gómez e Broder Fernández
La Factoría Ecolóxica nació en 2011 de la mano de Antonio Gómez y Broder Fernández con el objetivo de echarles una mano a otros productores; entre los productos que comercializaban estaban helados elaborados en un taller. «Al pasar un año, esta producción nos tenía absorbidos y decidimos montar nuestro propio taller y dedicarnos de lleno a los helados ecológicos», explica Broder. Así nació su propia marca: The Bio Factory, que se puede encontrar por toda la península ibérica y que pronto pasará las fronteras.
Cuando empezaron solo había una marca de helados ecológicos en toda España; en la actualidad, esta firma de A Coruña es la única gallega. Los inicios fueron con una gama básica de cinco helados, fruto del gusto personal, ahora cuentan con unas 70 variedades, entre las que hay productos para alérgicos y veganos. «Cuando empezamos, lo que buscábamos era hacer helados que fueran ricos, ya que esa es la primera percepción del consumidor; a partir de ahí, quería hacer hincapié en que son ecológicos», incide Broder.
En la creación de nuevos sabores buscan mucho la opinión de la propia clientela. «En la heladería tenemos unos consumidores que nos dan su valoración y también nos hacen sugerencias que nosotros tenemos en cuenta», relata. Lo que sí está claro es que todos los ingredientes son ecológicos y de proximidad, aunque hay algunos que no se fabrican aquí y llegan de otros continentes. «En el caso de los helados con leche, que tienen de base la propia leche, son un 80 % de km 0, puesto que viene de Casa Grande de Xanceda», apunta. Llevan desde los inicios trabajando con su leche porque «es un proveedor fiable y que, además, si tienes problemas de exceso, te lo recoge». Uno de los puntos más fuerte que tienen sus helados es la producción para alérgicos, «es un tema en el que quisimos incidir, porque está muy demandado y es necesario».
A día de hoy, la empresa está formada por 8 trabajadores durante todo el año y en los meses de verano cuentan con alumnado en prácticas de un instituto de la zona que tiene un módulo de industrias agroalimentarias. «Nos gusta que vengan porque nosotros aprendemos mucho de ellos, ya que están a nuestra disposición para todo, y ellos ven un proceso de elaboración totalmente distinto», comenta.
CONGELACIÓN EN 8 MINUTOS
El proceso de elaboración llega con la entrada de los ingredientes que pasan por un importante proceso administrativo para tener la seguridad de que son ecológicos. Hay varios tipos de ingredientes en función de la conservación, algunos de ellos tienen que pasar por una transformación térmica. Una vez que están todos, se elabora la receta correspondiente a cada uno, que está avalada por el Consejo Regulador. El elaborado pasa por un proceso de maduración que va entre 6 y 24 horas para que los ingredientes se vayan ligando entre sí. Tras esa maduración, hecha en condiciones óptimas, es el momento en el que se hace el helado. «Utilizamos una tecnología punta en la producción, en la que en torno a 8 segundos pasa de estado líquido a ya producto sólido. Es una congelación rápida con un batido rápido. Y así evitamos la presencia de cristales de hielo», cuenta Broder. Cuando ya está hecho el helado, se le da la forma (polos, botes de medio litro, vasitos, botes de vidrio y formatos a granel para heladerías y hostelería). Por último, ya se somete a frío intenso en la cámara, a 25 ° bajo cero, y queda listo para suministrar a los clientes, y todo esto aderezado de analíticas que exige cada certificado e incluso los propios clientes.
CONFIANZA EN LA CERTIFICACIÓN
Ya antes de la existencia del Craega, en esta empresa tenían claro que sus productos tenían que ser ecológicos. «Querer contar con la certificación ecológica creo que es un tema de convicción absoluta», resalta. Por eso, de siempre quisieron tener el sello del Consejo para avalar así sus helados. Broder añade que los consumidores tienen mucha confusión para reconocer los productos que realmente son ecológicos. «Hay denominaciones como natural, artesano o incluso eco que se emplean con descontrol absoluto. Cualquiera puede decir que produce en ecológico, cuando no es así, y no tiene consecuencias. Debería haber una política sancionadora para controlar esto», urge este emprendedor gallego. Aparte de la certificación ecológica del Craega cuentan con la IFS: «Entre ambas certificaciones hacemos una gestión para concluir que todos son homologados».
HELADOS GALLEGOS ECO EN COLEGIOS DE TODA ESPAÑA
La Factoría Ecolóxica tiene un único punto de venta propio ubicado en la ciudad de A Coruña que nació casi al mismo momento que el taller. «Es aquí donde estamos en contacto con varios consumidores que nos dan sus opiniones; son una fuente de información muy interesante. Solo tenemos este punto porque nuestro negocio es hacer helados, no tener tiendas», apunta. Luego venden por toda la península ibérica, principalmente a supermercados y tiendas ecológicas. Hace poco, empezaron a crear pequeños tarros de vidrio destinados a hostelería. «Estamos trabajando para abrir fronteras y, junto con otra empresa, empezaremos a vender fuera de la propia península», apunta. También trabajan con diversos colegios de España con el objetivo de concienciar sobre la producción ecológica. «Nos interesa hacer hincapié en este ámbito y no es por lo que ganemos, ya que los vendemos casi a precio de coste, pero queremos hacer pedagogía en este tema entre los más pequeños», aclara Broder.
HELADOS PARA TODA LA FAMILIA
En esta empresa coruñesa tuvieron claro que sus productos tenían que ser para todas las familias. Aunque los costes de los productos eco son mucho más elevados que los de los convencionales, no supone un impedimento. «Por ejemplo, el azúcar que empleamos es 10 veces más caro, aun así queremos que el helado final sea accesible para todo el mundo. Lo que hacemos es restringir nuestro margen. Si un heladero convencional gana el 80 % de su producto, nosotros el 10 %, y nos llega, ya que nos importa que la clientela esté contenta con los productos», concluye Broder.